20081211

Epazoyucan

Despierto en un lugar fríamente familiar, ceno junto a una pieza de mármol incompleta. Reímos, bailamos y nos abrazamos mientras el fuego calienta extremidades que comienzan a ser acogidas por un ser muerto muy querido. El viento nunca había soplado tan fuerte... Me siento sola de nuevo.
Me acuesto en un tapanco, huele a viejo, a una vieja vida, un viejo libro, a un viejo y olvidado pedazo de obsidiana, gracias a tu repentina partida.
El cielo se cubre con una espesa manta negra anunciando tu regreso.
El óleo cobra vida, tu cincel baila al ritmo de la música instrumental que tanto asustaba a Mamá, ¿recuerdas?
Esa exposición de ojos que realizaste hace ya algunos años, comienzan a observarme sigilosamente. Dulce regreso trae de vuelta recuerdos perdidos en mi memoria. Todos nos comenzamos a llenar de júbilo, se percibe entre las personas presentes ese aroma tan tuyo.
Una pausa en el gran festejo.
Recordamos tu paliacate al cuello, el bastón que tallaste, tu chaleco embarrado de pintura folclórica. No queda más que hacerte parte de la reunión, sentir de nuevo tu barba canosa y tu mirada penetrante.
A la mañana siguiente, imposible tomar una ducha, el agua está demasiado fría. ¿Recuerdas aquella noche? ¿Recuerdas aquella mañana?
Es una verdadera lástima que sólo te pueda ver ahí...

No hay comentarios: